"Las migraciones han sido históricamente las principales formas de crecimiento de las ciudades, así como un importante factor de dinamización y transformación del medio urbano"
Francisco José Cuberos Gallardo y Mariela Paula Diaz, Hábitat y Sociedad, nº 15
Los congresos Arcadia aspiran a consolidarse como espacio de encuentro y de intercambio de experiencias y conocimiento en torno al enfoque cooperativo, participativo e interdisciplinario de la arquitectura y el urbanismo, para afrontar los grandes retos de la humanidad en este siglo XXI. Crisis que tienen su reflejo en diversas situaciones del hábitat: desde la emergencia habitacional de países como España, dónde la juventud ve bloqueado su futuro por la inaccesibilidad de la vivienda, hasta los desbordes urbanos de asentamientos populares en las periferias urbanas o a las crisis de los desplazamientos forzosos y la proliferación de campamentos de emergencia, que transforman el paisaje urbano. De este modo, cuestionamos la concepción clásica de “territorio” como un mero contenedor o escenario de los procesos sociales.
La emergencia de “barriadas populares de migrantes” en el Sur como en el Norte Global, nos permite pensar sobre las múltiples transformaciones llevadas a cabo por las personas migrantes en los territorios de circulación y en la configuración del hábitat urbano. Al mismo tiempo, la presencia histórica de flujos migratorios, en distintas direcciones y por diferentes motivos, nos habilita a pensar en la emergencia y el reforzamiento de múltiples fronteras (materiales, simbólicas e imaginarias) a lo largo de la trayectoria migratoria y en las ciudades de llegada. Desde una perspectiva interseccional, estas fronteras son otra forma de expresar las desigualdades- de género, de clase, de “raza”, origen social, de generación, etc.
El desbordamiento de los límites planetarios está provocando crisis globales superpuestas e interrelacionadas: ecológicas, sociales, económicas, políticas, criminales y bélicas. Hoy la vía de la solidaridad y la cooperación está en retroceso; el individualismo egoísta, la polarización social, el odio, el auge de los populismos, los nacionalismos xenófobos y la guerra ganan terreno.
Una de las consecuencias es el crecimiento acelerado de las migraciones forzosas que afectan ya a 110 millones de personas, que viven situaciones límite en todos los continentes. El mapa de los desplazamientos forzosos que anualmente actualizan ACNUR y UNRWA, no deja de expandirse. Desde los más de quinientos mil desplazamientos por la violencia de las maras en Centroamérica, la diáspora de 3,6 millones de venezolanos por toda Latinoamérica, los 8,5 millones de desplazados en Sudán, los 4,5 millones en Yemen, los 6,6 millones de Siria, los 5,94 de Palestina, los 5,84 de desplazados de Ucrania, los 2,7 millones de refugiados de Afganistán hasta el 1,1 millón de refugiados de Myanmar.
En esta edición nos centraremos en cómo hacer frente al reto de los desplazamientos forzosos de población, poniendo el foco de manera preferente, pero no excluyente en África y Oriente Medio. El genocidio que Israel está perpetrando en la Franja de Gaza está dejando al descubierto cómo la guerra se usa para hacer tabla rasa, matando al pueblo palestino, destruyendo viviendas e infraestructuras. Hospitales y centros educativos están siendo sistemáticamente borrados, al tiempo que se siega la vida de médicos, profesores, estudiantes, personas mayores, niñas y niños indefensos.
La Universidad, en un congreso como este, tiene que poner el foco en lo que está ocurriendo allí en estos momentos, ante la pasividad cómplice y la política de doble rasero que aplican los países occidentales en los conflictos en función de sus intereses geopolíticos y las alianzas que los sostienen.
Naciones Unidas tiene estándares establecidos para la defensa y protección de los derechos humanos, que son el mayor alcance de la humanidad para la custodia de nuestra dignidad. Los tratados internacionales pactados en los últimos 75 años representan obligaciones de Estado para responder a la calidad de vida de todas las poblaciones del planeta, especialmente las más vulneradas y vulnerables. Los problemas habitacionales de las comunidades en situación de desplazamiento forzoso, tanto en su lugar de origen, de tránsito, de acogida y de reasentamiento definitivo, así las propuestas sostenibles y solidarias, deben inscribirse en las exigencias de cuantificación de daños y de reparaciones establecidas por los derechos humanos.
En este sentido, la Conferencia sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible Hábitat III (Quito, 2016) concretó sus resultados en la Nueva Agenda Urbana (NAU), que se ofrece como un marco global para el avance de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales en nuestras ciudades y en todos nuestros asentamientos humanos en equilibrio con la naturaleza. Un marco que, si bien sienta claves estratégicas que resultan útiles para reorientar políticas urbanas en ciertos contextos, apenas recoge una débil alusión al derecho a la ciudad. Pero es que tanto la mejor versión posible de la NAU como la más genuina formulación del derecho a la ciudad se ven desbordados frente a la magnitud de la tragedia de los desplazamientos forzosos, que comporta un incumplimiento sistemático de derechos humanos.
Preguntarnos por la dimensión habitacional de todo el cuadro de problemas que padecen estos sectores de población requiere obviamente de abordajes globales de muy alta complejidad y ambición política. Frente a estas situaciones, la tríada de conceptos que da título al libro de Víctor Pelli “Habitar, Participar, Pertenecer” nos remite especialmente y de forma dramática al tercero de ellos.
¿Cómo avanzar en esta agenda en un contexto de conflicto que siega vidas inocentes y provoca desplazamientos forzosos?
Frente al camino de la guerra y del odio xenófobo, ¿de qué prácticas habitacionales y territoriales cooperativas disponemos para afrontar las crisis priorizando la paz, la justicia social, la democracia y la sostenibilidad del planeta? ¿Qué formas de resistencia despliegan las personas migrantes en su lucha por el derecho a la ciudad?
El marco teórico y metodológico de la Producción y Gestión Social del Hábitat permite abordar los problemas de la transición ecosocial hacia ciudades saludables, inclusivas, justas, democráticas, en equilibrio con la naturaleza, desde una perspectiva compleja e integrada. Nos permite entender el hábitat como un sistema de interacción entre situaciones físicas, sociales, económicas, simbólicas, jurídicas y políticas, que a su vez es un subsistema de un sistema mayor con el que interactúa, el ecosistema. Los cambios a realizar para el cumplimiento de los derechos humanos en favor de las generaciones presentes y venideras, precisa de procesos participativos, de concertación y cooperación entre actores públicos, sociales, económicos y técnicos. Esto es especialmente necesario para dar respuesta a las situaciones creadas por las migraciones forzadas, de manera integral.
Esta llamada a la temática general de Arcadia VI es compatible con la recepción de trabajos y reflexiones realizados en otros contextos geográficos y sobre la temática más amplia y general de la arquitectura y la cooperación, desde el proyecto, la docencia y la investigación. Las experiencias cooperativas de este tipo, a nivel local o internacional son bienvenidas.